HORACIO ..



Horacio o la inmovilidad
(Excursus)
Estrenada por el grupo Íconoteatral de Argentina en 2009

Elenco: 
 Leonel Figliolo
María Paula Compañy
Carolina Graff
Manuel J. Barreiro

Dirección: Silvia Piccoli



 
Horacio o la inmovilidad
(Excursus)
 Personajes

Horacio
Equis
Graciana
Ratio



Una sala austera, despojada de muebles, sólo hay una silla de madera en el centro y montículos de escombros diseminados por el lugar. Horacio es un hombre de cuarenta años, taciturno, con aire de abstracción. Su aspecto es desprolijo, sin llegar a ser andrajoso.  Está sentado en la silla con los brazos que se cruzan por la espalda dando la impresión de estar atado o imposibilitado de moverse.

Horacio-

(Comienzo a oscuras. Susurrando hacia la lejanía).

Una vez adentro las posibilidades se cierran.

(Subiendo el tono)

Me lo dijo, me lo dijo, ¡Sí, me lo dijo!

(Luz /Horacio hace un recorrido lento y minucioso por su cuerpo)

El cuerpo es todo…Carne Artaud.[1] Carne

(Mirando arriba y sonriendo)

¡Salud!

(Cerrando los ojos para mirar)

¿Dónde están mis partes? No las siento.

(Breve pausa)

Ausencia pura.

(Enfático)

¡Devoción, carajo.! Devoción por lo perdido. Eso soy: un devoto de lo que no tengo.

(Breve pausa)

Encuentro tan neutro lo que pasa. ¡Abúlicos! ¡Asexuados! ¡Apolíticos!

(Se apaga la luz sobre Horacio, entra Equis, una mujer de treinta y tantos años, cabello corto, aplomada. Tiene como característica dar vueltas en círculos)



Equis-

(Buscando inquisidora)

Horacio! Horacio! No te escondas

Horacio-

(Voz sin luz)

No estoy, no soy, no voy… (Repite tres veces)

Equis-

Sólo se trata de dar Vení, acercate, aceptá la luz.

Equis camina hacia Horacio

(Breve pausa)

¿Seguís empeñándote en tu música?

Horacio-

Mirando a Equis

No entendés, la música es el agua, ¿escuchás como sube? Intemperie flotante

(Equis, nerviosa, comienza a dar vueltas en círculos)

Horacio-

Siempre…todo es alrededor. Te huelo.

(Breve pausa)

Alrededor de los alrededores

(Luz para Horacio, oscuridad para los movimientos de Equis)

(Largos momentos de contradicción entre el movimiento y la quietud de los personajes)

(Equis se acerca abruptamente por detrás de Horacio y toma su cabeza)

Equis-

(Afiebrada)

¡Basta! ¿Quién te hizo esto? ¿Quién te hizo lo que sos?

Horacio-

Eh! Lo viviente…lo viviente en estado viviente…viviente sobre viviente.

Equis-

(Forzando la cabeza de Horacio hacia atrás)

¡Sos obsceno, obsceno…pornográfico…Querés mostrarlo todo!

(Marcando cada palabra sobre el rostro/boca de Horacio)

¡Arrogante!
¡Pornógrafo!

Horacio-

¡Gracias! Tus halagos me hacen parecer a la muerte. Pero, no me lo creo. ¡La inmovilidad no es la muerte!

(Equis lo suelta, pierde contacto, busca hacer una actividad, para cambiar de clima, da vueltas en círculos)

Equis-

¿Querés comer?

Horacio-

(Seco)

Quiero leer

Equis-

(Seria, cortante)

Tenés que comer

Horacio-

(Redoblando la apuesta)

¡Leer, dije!

(Equis ubica violentamente un atril ante Horacio)
(Breve pausa, Horacio contempla el atril)

Horacio-

(Tono suplicante)

Un libro, por favor.

Equis-

(Imperativa, enojada)

Buscalo, si vos podés moverte. ¡Basta Horacio, terminá con esto!

Horacio-

(Irónico)

Sí, es lo que estoy haciendo.

(Comienza a bambolearse en la silla)

¿No ves? Me puedo mover… ¿Así? ¿Más?

(Oscuridad)

Equis-
(Gritando)

¡Basta! ¡Manipulador!

Horacio-

(Parando el movimiento pendular, cansado)

Bien…Bien Sí mamá.

(Moviendo lentamente el cuerpo, serpenteando)

Su perverso polimorfo vuelve a gozar de la quietud

Equis-

Horacio, sos un niño. ¿Hasta cuando vas a seguir con esto? ¿Qué sucedería si todos nos quedáramos sentados, así porque sí, atados, inflexibles, eh, contestame, qué sucedería? ¿En qué mundo viviríamos?

Horacio-

(Suplicante, lentamente, enfatizando cada palabra)

Por favor palabras sobre hojas cosidas

(Equis se queda mirando disgustada a Horacio, se acerca dando pasos lentos gira sobre sí y le da una bofetada)

Equis-

¡Ya no! No juego más

(Se va)

Horacio-

(Acomodando la cabeza)

Eso fue…bastante real ¿Qué sucede? Hemos perdido los símbolos, no media ni media palabra. El silencio es el ruido del dolor

            (Breve pausa)

 ¿Por qué no aparecen las preguntas entre nosotros?

Equis-

(Desde lejos)

Pero esa es una pregunta Horacio

Horacio-

No. Es una respuesta disfrazada de pregunta, vestida, simulada, retórica

            (Equis vuelve a dar giros por toda la sala)

Equis-

No podés ser tan escéptico…Todo no es, todo es imposible.

Horacio-

Te equivocas, ¿no me ves? Estoy sentado en la aposibilidad.[2]

Equis-

Ah! Ya entiendo.

(Sarcástica)

Pirrón[3] entre nosotros, el señor de la afasia[4] y la ataraxia.[5] La indiferencia como ideal.

(Enojada)

¿Qué mierda es la aposibilidad? ¡Explicame!

(Equis camina hacia Horacio trae una caja negra y pequeña en sus manos)

Horacio-

(Con cierta desesperación)

¿Qué haces Equis?

Equis-

Voy a  tirar esta caja.

Horacio-

No dejala, ella me habla,

(Susurrando)

“Scatola”,[6] “scatola dell arte”

(Panfletario)

“El arte será drástico o no será” ¿Escuchás?, como la vida.

(Pausa para enfatizar)

¡Dras-ti-ca!

(Equis hace el ademán de darle la caja a Horacio y la deja caer al piso)

Horacio-

(Fortalecido)

¡Gracias! Más golpes, más inconsistencia

Equis-

Lo tuyo es miedo…pero te informo que no sos el único. El miedo nos iguala. El miedo da vueltas por las calles. Salí y preguntá. Todos llevan un cartel con luces de neón que titilan en sus frentes.

(Hace gestos con sus manos)
(Murmura)

“Miedo, miedo”

Horacio-

Uno ve sus certezas en los otros. Tu certidumbre está escrita en neón.

Equis-

(Canturreando)

Miedo al miedo, miedo al miedo, miedo al miedo.

(Equis se va, pateando lentamente la caja negra y cantando por lo bajo)

(Entra Graciana, mujer joven de aspecto lánguido, de belleza imperfecta, mística y voluptuosa, con actitud contemplativa, es religiosa, la acompaña un perro imaginario)

(Se acerca a Horacio, éste mira alternativamente a la mujer y a las cercanías de sus propios pies. Durante unos minutos estudia la situación, la mujer tiene la cabeza apoyada al pecho, y mira de reojo, Horacio patea el aire.)

Horacio-

¿Usted reza?

Graciana-

(Imperceptible)


Horacio-

No la escucho, dígame.

Graciana-

Sí, sí Horacio, rezo.

(Breve pausa)

Día y noche con el cuerpo.

Horacio-

Ah eso está muy bien.

(Molesto, pateando el aire)

Su perro me está mordiendo los tobillos, no me deja ser. ¡Párelo! ¡Párelo!

(Graciana hace un ademán, un chasquido, hacia el animal imaginario)

Horacio-

¿A qué vino? ¿A qué vinieron?

Graciana-

(Sin levantar la mirada)

A…levantarlo, quiero decir desatarlo o desnudarlo. Usted me entiende, ¿no? Afuera se dice que usted…

Horacio-

Los afueras carecen de silencios

(Perdiendo la calma)

Sáqueme a ese animal de encima, me muerde los pies, no me deja pensar.

(Patea el aire)

Graciana-

¿Por qué está así?

Horacio-

Es una insistencia.

(Enfático, panfletario)

Estoy intervenido para intervenir. Yo, Horacio, he decidido la parálisis de mis horas. La premisa es detenerse para tenerse de. Huelga de movimientos, estado de suspensión. La acción detenida…

(Pausa larga)

El gran oxímoron.[7]

(Graciana mira alrededor, sigue con la mirada al perro invisible)

Repito: ¿a qué vino? ¿A qué vinieron?

Graciana-

(Susurra con la cabeza baja)

Vine por su fe

Horacio-

(Riendo)

Si sabe que no tengo.

Graciana-

(Comienza a arrodillarse)

Sí la tiene.

(Breve pausa)

Vine por sus gotas de fe.

Horacio-

(Gestos de desgano)

No sea…

(Graciana se inclina hacia la entrepierna de Horacio, le desabrocha el pantalón y comienza a murmurar un rezo incomprensible, moviendo suave y rítmicamente la cabeza.)

Horacio-

¡No sea estúpida, váyase, busque la fe en otra parte!

Graciana-

(Gritando, excitada y lánguida)

Démela, quiero su fe ahora. ¡Ya!

(Horacio lucha para zafarse de Graciana y ésta realiza un grito ahogado, se deja caer.)

(Pausa larga)

Luego Graciana se mueve en cuatro patas como un perro, olfatea a Horacio, lame sus pies, se aleja lentamente como en una acción de cortejo animal y comienza a aparearse con el perro imaginario, gime, aúlla, respira  violentamente)

(Pausa larga)  

            (Oscuridad total)

(Vuelve la luz a Horacio que está sentado en la silla de espaldas al público, frente a él está parado Ratio, un hombre maduro, muy formal, seguro, alto, vestido de traje sobre la piel o con un gran agujero en la espalda o jirones)

Ratio-

¿Qué me cuenta amigo Horacio?

Horacio-

Decir es callar una acción.

(Ratio se acerca a Horacio, lo observa con minuciosidad, lo peina, le acomoda la ropa, saca un pañuelo para secarle el rostro, lo hace)

Ratio-

(Satisfecho)

Así está mejor. Sí, sí, no hay dudas. Normal diría, es normal.

(Ratio mira fijo a Horacio como frente a un espejo)

Sin embargo, hay algo fuera de lugar, ¿no le parece Horacio?

Horacio-

Sí, Usted, Ratio

Ratio-

No, no, no. A ver...

(Toma a Horacio y a la silla, la acomoda con esfuerzo de cara al público)
(Más satisfecho)

Ahora sí. Perfecto. Todo está normal.

(Ratio se hace más visible, parado al costado de Horacio)

Bueno amigo Horacio, como observa he venido a ayudarlo, quiero decir, la ciencia está preocupada por Usted y vino al rescate.

Horacio-

Yo sólo veo carne cubierta por tela.

Ratio-

Muy gracioso…

Horacio-

Señor Ratio, yo he sentado mi posición, no al movimiento, he fijado mi posición.

Ratio-

Claro, es normal. No sea estúpido. ¿No se da cuenta que está enfermo, que no puede modificar el curso normal de las cosas? Aquí traje su diagnóstico

(Saca un cuaderno del saco, lee)

Escuche bien.

(Breve pausa)

“Regresión hermética defensiva”, también llamada “el mal polaco” o “síndrome de Gombrowicz”. [8]

(Mira fijamente a Horacio y vuelve a leer)

Síntomas: escepticismo radical, anormalidad repetitiva, inmovilidad perversa y siguen. ¿Quiere más?

(Cierra el cuaderno)

Horacio-

No pierda su tiempo Doctor Ratio, por favor ahórreme interrupciones.


Ratio-

Tiempo…tiempo. Amigo Horacio, cuando me preocupo, me ocupo.

Horacio-

Eso se llama pragmatismo.

Ratio-

(Mirando los escombros)

Dígale como quiera.


Horacio-

Racionalidad instrumental


Ratio-

Me advirtieron que estaba leyendo poesía, pero no creía que olía tan mal. Debí preverlo, es normal. Es parte de la sintomatología, “emanación de palabras rancias”.

(Cambiando el tono para generar expectativas en Horacio)

 Bueno, tengo una sorpresa para usted. Cierre los ojos.

Horacio-

Tengo todo cerrado desde que usted entró.

(Ratio va hacia el foro y regresa maniobrando sentado en una silla de ruedas con libros en su falda)

Ratio-

(Victorioso, arrojando libros hacia Horacio)

¡He aquí la vida real! ¡El movimiento sin ataduras! ¡Cómo ve, todo se ha inventado! Amigo Horacio le presento a su libertad…

Horacio-

(Cansado)

Me presenta, dice. Esa libertad tiene apellido, está adjetivada, predicada.

Ratio-

No empecemos…

(Da un giro brusco y se levanta de la silla de ruedas, la toca, la expone)

Mire, mire…sólida, brillante, permanente.

(Lascivo)

Libertad pura.
           
(Arroja el atril)

Horacio-

(Tono escéptico)

Libertad objetiva, Ratio, eso me ofrece, eso veo.


Ratio-

 (Haciendo ademanes, fastidiado)

Poesía y otra vez poesía…le convendría leer el diario.



Horacio-

Otro discurso dentro del curso.

Ratio-

(Enojado. Cara a cara con Horacio)

¿Y qué quiere, eh? ¡No quiere libertad, no quiere movimiento, no quiere información, no quiere ayuda!

Horacio-

No me llevo bien con los objetos, esa libertad que usted me enrostra está compuesta de objetos para circular entre objetos. Objetos con objetivos da como resultado objetividad.

Ratio-

(Ofuscado)

(Tomándole la cara con violencia)

¿Qué mierda quiere Horacio?

Horacio-

¿Por qué me lo pregunta? ¿Cuál es su interés?

Ratio-

(Soltándole la cara, pensando y observando todo)

Esa es la palabra,”interés”, yo tengo mi interés en este asunto. Mi interés es, digamos,

(Breve pausa)

¡Social!  

(Condescendiente)

Pero lo que importa es el suyo.

Horacio-

Lo mío es un excursus.[9]

Ratio-

(Caminando por los escombros, se afloja la corbata)

Sí, es normal, pero no entiendo.


Horacio-

(Didáctico)

Una excursión…

Ratio-

(Interrumpe, sarcástico)

a los indios Ranqueles, eso ya está Horacio, déjese de joder.

Horacio-

No, una excursión inmóvil.

(Vuelve a sacar el cuaderno)

No ve, ahí lo tiene, “el mal polaco”.”Anormalidad repetitiva”

(Breve pausa)

Una excursión, qué es eso, es escape, está claro  ¡E-va-sión! Usted perdió el juicio. Mejor dicho perdió todos los juicios posibles

Horacio-

No, los he suspendido, inerte materia sin verdades, soy sólo una guerra de posición.

Ratio-

(Inquisidor)

¿Y los demás?

(Entra Equis con una mesa a rueditas, servida con copas)

Equis-

Eso le digo yo: ¿dónde quedan los demás?

(Entrega una copa Ratio)


Ratio-

(Buscando calmarse)

Gracias señora.

(Toma un sorbo)

Por favor, retomemos la senda con tranquilidad. Veamos la situación. Acompáñeme en el razonamiento.

(Comienzan a circular por el escenario, no se escucha lo que comentan, sortean los escombros).

Horacio-

Yo estoy de más para los demás.

(Equis y Ratio vuelven a rodear a Horacio. Ratio de espaldas al público, Equis detrás de Horacio)

Ratio-

(A Equis con tono sensual)

¿Estamos de más?

Equis-

(A Ratio desplegándose erótica)

No. Somos los demás

(Horacio queda en el medio del diálogo, no participa, los cuerpos de Equis y Ratio  lo enciman)

Ratio-

(Ratio y Equis comienzan a tocarse, se chupan, se besan, juegan con sus ropas)
(Lascivo)

Somos el contexto.

Equis-

(Con voluptuosidad)

Somos la vida.

Ratio-

Somos las referencias.

Equis-

El afecto.

Ratio-

En efecto.
           
            (Horacio queda atrapado inerme entre los dos cuerpos)

(Ratio y Equis se estrechan en un abrazo lascivo, Horacio queda entre ellos)

Ratio-

(Entre besos y caricias)

No se puede...

Equis-

(Excitada)

Gozar en el defecto.

Equis y Ratio-

(Juntos)

Vamos Horacio, vamos.


(Breve pausa, placer)

Ratio-

(A Horacio, separándose de Equis)

Imagino que algo lo conmueve. Uy perdón por el juego poético de bazar.

(Señalando y acercando la silla de ruedas)

¿Y, qué dice? No. Basta de decir, ¿Qué hace? ¡Vamos hombre, anímese a lo fáctico!

Horacio-

(Didáctico)

Cuando los cuerpos que rodean a otro se mueven sin cesar, éste sufre un agotamiento supremo porque se ha movido exponencialmente. De este modo…

Ratio-

¡Ya basta! Veo que no comprende. ¡Es un necio!

Horacio-

Ahora el que me convida con poesía es usted doctor.

(Equis se tapa el rostro con sus manos para lanzarse a llorar de impotencia, Ratio saca un trompo de su saco)
(Mostrándole el trompo)

Ratio-

¿Qué es esto?

(Horacio no contesta desvía la mirada hacia un punto del suelo)

(Molesto)

¡Vamos! ¿Qué es?

Horacio-

(Sigue mirando el suelo)

(Casi sin voz)

Un trompo.

Ratio-

(Excitado)

¡Falso! ¡Amigo, falso! ¡Errrrrrror!

(Hace girar el trompo por el suelo)

Mire.

(Imperativo)

¡Mírelo!

¡El hombre perfecto!

(Breve pausa)

Gira sobre sí mismo, no para de moverse y…

(Breve pausa)

Cuando está a punto de caer… (Ampuloso y lento movimiento de brazos) necesita de una mano para volver a la velocidad y al movimiento, a la velocidad y al movimiento, a la velocidad y al movimiento

(Triunfante) Ahora sí entendió, ¿no?

(Enfático, febril, agresivo) (Intenta levantar a Horacio y a la silla con violencia, grita, luego los deja caer, se acomoda el traje, lanza el trompo)

¡Hombre T-rompo! ¡Hombre T-rompo!

(Toma de la mano a Equis y se van, X se cruza con Graciana)
(El trompo queda girando en los alrededores de Horacio)

Equis-

(A Graciana con ternura)

Dejeló, es inútil.

Graciana-

¿Acaso podemos definir lo inútil para los hombres?

(Pausa larga)

(Oscuridad)

(Luz tenue. Graciana en cuatro patas, frotándose con el perro imaginario)


Horacio-

(Agotado)

¿Es usted Graciana?

Graciana-

Sí, he vuelto., quiero decir, nunca me he ausentado de su posición.

(Graciana merodea como un perro, toma un libro y se lo muestra a Horacio)

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.[10]


Horacio-

(Mirando al libro)

Piríápolis, tarde de lluvia

(Breve pausa)

¿Dónde está lo sagrado?

Graciana-

(Dejando el libro)

En el hueco, es lo que busca ser llenado.

Horacio-

¿Y si me abstengo? ¿Qué hay, Graciana? ¿Qué hay?

Graciana-

(Abriendo lentamente las piernas)

Hay lo profundo profano, la pasión que huye, el vacío que late.

Horacio-

(Tono místico)

Estoy sangrando en lo sagrado

Graciana-

(Sigue recorriendo lentamente el espacio en cuatro patas, toma otro libro y lo muestra)


¿A dónde te escondiste,
Amado,y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido,
salí tras ti clamando, y eras ido.[11]

Horacio-

Canasto repleto en Olivos, herencia de una amiga

Graciana-

(Dejando el libro)

¿Puede absorberse Horacio? Dígalo.

Horacio-

Lo intento, pero es difícil.

Graciana-

(Acariciando al perro imaginario)

¿Por qué?

Horacio-

(Mirando a lo lejos)

Es que están ahí, Los trascendentes, están ahí.

Graciana-

(Lánguida, acompañando la mirada de Horacio)

Ya veo.

Horacio-

No creo, Usted, por ejemplo…

Graciana-

Dígalo.

Horacio-

La inminencia de la inmanencia

Graciana-

Se hunde en los trabalenguas.

Horacio-

No, la palabra me está dejando, se va, se apaga

Graciana-

(Alza un nuevo libro)

Gocémonos Amado,
Y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado,
do mana el agua pura
entremos más adentro en la espesura.[12]

(Breve pausa)

¿Qué será lo próximo?

Horacio-

Contingencia, el instante

Graciana-

(Dejando el libro)

(Mirando como a una aparición)

El instante que se vuelve Mesías

Horacio-

A veces todo se tiñe de estafa.

Graciana-

Usted se abriga en la decepción y eso me obliga a rodearlo.

Horacio-

Sea bordes Graciana. Sea bordes de mi éxodo, de este dejarme de prestar a las cosas, de este asedio por decisión.

Graciana-

Seré sus márgenes

(Se acerca y lo huele como una perra)

Amén.

Horacio-

Usted entiende el juego, quiero decir, conoce las reglas y al mismo tiempo las crea.

Graciana-

Cómplice y dialéctica.

Horacio-

Entonces deme su (b) versión

Graciana-

(Sacando algo del bolsillo del vestido o del escote. Se lo ofrece, lo deposita en la boca de Horacio)

Está aquí, en esta pasa de uva. Hágala suya, permanezca en ella, porque los días son desiertos sin mesas ni camas, apenas el preludio de no sabemos qué.
         
           Horacio-

           Graciana ya somos parte, ¿se da cuenta?         

Graciana-

(Graciana comienza un juego de ocultamiento y develamiento para ir alejándose en la oscuridad)

Sí, partes que parten- 






TELÓN


[1] El 28 de noviembre de 1947 Artaud declara la guerra a los órganos:. “Atadme si quereis, pero yo os digo que no hay nada más inútil que un órgano”. Y prosigue: “El cuerpo es el cuerpo, está sólo y no tiene necesidad de órgano. El cuerpo nunca es el organismo. Los organismos son los enemigos del cuerpo. El cuerpo sin órganos, pues, no es más que un conjunto de prácticas para lograr desprenderse del cuerpo

[2] Neologismo, excede lo posible y lo imposible.
[3] Maestro escéptico de la antigüedad griega , nacido en Elis hacia el año 365 a de J.C. y fallecido hacia el año 275 a de J. C. Acompañó a Alejandro por el Asia  en donde conoció a los gimnosofistas indos. Salvo un poema para Alejandro Pirrón no ha escrito nada y se conoce su doctrina a través de su discipulo Timón. Se pueden resumir sus ideas con la siguiente fórmula: dudar de todo y ser indiferente a todo.
[4] Entiéndase en este contexto como pérdida voluntaria  de la palabra,
[5] Ideal de inmovilidad.
[6] En italiano significa “caja”
[7] Recurso retórico que conlleva términos contradictorios o paradojales.
[8] En referencia al escritor y dramaturgo polaco que vivió veinticuatro años en Argentina y en especial a su novela “Ferdydurke”.
[9] Lo que está fuera del curso.
[10] San Juan de la Cruz  Noche oscura
[11] San Juan de la Cruz Cántico espiritual
[12] San Juan de la Cruz Cánticos espirituales.